Museo del Oro de Bogotá: Un viaje a lo sagrado
¿Acaso el oro siempre ha sido un objeto mercantil? Para los muiscas, definitivamente no.
Saúl Méndez
6 de diciembre de 2024
Las obras de arte precolombino fueron utilizadas por caciques y dignatarios como símbolos de lujo y poder.
El esplendor y el brillo que caracterizan las piezas arqueológicas, alguna vez resguardadas por el Banco de la República, son el legado de una cosmovisión antiquísima, muy alejada del capitalismo mercantil del siglo XVI.
El Museo del Oro de Bogotá alberga una de las colecciones más envidiables del mundo. Con cerca de 34 mil piezas, este museo, inaugurado en 1959, protege la herencia de las culturas prehispánicas que habitaron el actual territorio colombiano.
La museografía incluye piezas de origen Quimbaya, Tayrona, Tumaco, Muisca y otros pueblos, cuyo patrimonio cultural revela una conexión espiritual y religiosa con el oro. Este metal, asociado al estatus y la riqueza, representaba para estas culturas un vínculo con lo divino.
La ambición europea por el oro, desatada tras la explotación de yacimientos en el Nuevo Mundo, llevó a exploradores de diversas latitudes a buscar tesoros con fervor. Esta obsesión fue alimentada por la leyenda de 'El Dorado', que hablaba de una ciudad adoquinada en oro. Sin embargo, la leyenda tiene su origen en un ritual muisca.
Según los relatos, el ritual se realizaba cuando un nuevo cacique asumía el poder. En la laguna de Guatavita, al norte de Bogotá, el gobernante, cubierto de polvo de oro, navegaba en una balsa para ofrecer joyas y riquezas a los dioses. Esta tradición, malinterpretada por los europeos, dio lugar a la confusa figura de 'El Dorado'.
La escena de 'El Dorado' fue representada en una obra de arte expuesta en el Museo del Oro.
La obsesión llevó a los españoles a drenar parcialmente la laguna en su búsqueda infructuosa de riquezas. Hoy, las piezas rescatadas de esa época son exhibidas en el Museo del Oro. Estas obras de orfebrería, mayormente de oro puro, narran la relación del ser humano con el cosmos, lo divino y la fertilidad.
El Poporo Quimbaya, la primera pieza adquirida por el Banco de la República, dio inicio a la colección del museo. Este enigmático recipiente, de 24 cm de altura, era utilizado por los Quimbaya para almacenar cal, fundamental en los rituales religiosos donde se mascaba hoja de coca.
El museo cuenta con cinco salas de exposición que exploran diferentes aspectos de la relación espiritual entre el ser humano y el oro: "El trabajo de los metales" describe las técnicas de minería y metalurgia utilizadas por los pueblos prehispánicos; "La gente y el oro en la Colombia prehispánica" analiza el uso de los metales dentro de la organización política y religiosa; "Cosmología y simbolismo" aborda los mitos, el chamanismo y la simbología asociada a los metales; "La ofrenda" recrea visual y sonoramente las ceremonias rituales de ofrenda; y, finalmente, "El exploratorio" es una sala interactiva que fomenta el entendimiento sobre la diversidad cultural y la riqueza del patrimonio preservado en el museo.
La riqueza cultural y los relatos resguardados en el Museo del Oro son testimonio de formas de vida que entrelazan al ser humano con el universo y la naturaleza. En sus salas se preserva la inseparable relación entre Colombia y el oro, una historia de ambición, espiritualidad y conexión con lo divino.